Estaba buscando entre mis trabajos y tareas que he hecho durante todos mis semestres y encontré este cuento que nos encargaron escribir. No sé cómo me inspiré para escribirlo, supongo que me inspiré el día anterior que nuestra profesora nos hisó leer Aura de Carlos Fuentes o no recuerdo muy bien la verdad cuál nos hiso leer, pero cuando encuentre cuál es les diré.
Siempre
se despierta con la misma sensación, esa misma en la que siente un calor
inmenso de felicidad, que me despierta a
mi también para estar a su lado por lo
menos unos minutos, lo siento, porque yo
se la ocasione. Cada noche, desde mi propia ventana en mi cielo propio, puedo
ver la luz de su hogar apagándose. Después
de esperar su último suspiro constante, con cautela y astucia, me meto en su lugar más privado donde él puede hacer el más
grande uso de su imaginación y anhelos.
Crea y dice lo que no puede en el
mundo real y eso me alegra, aunque me gustaría que lo hiciese. A veces lo
abrazo, a veces lo saludo y hay veces en las que simplemente lo observo, pero
él me es indiferente. Trato lo más posible de conectarme con él en mente y alma
en este mundo, pero hay veces en las que me frustro, pues, en el otro él no me escucha. Un día de estos
lo saludaré, en esa esquina donde
siempre lo miro pasar con su corbata bien puesta y ese traje cernido que
muestra sus anchos hombros, enfrente de su casa. El señor de blanco en mi mundo
me dice que no puedo comunicarme con él, puesto que él y yo simplemente no podemos estar juntos
por ley natural. No es justo. No fue mi culpa desaparecer ese día por culpa del hombre de chamarra negra, a
quien aún veo desde mi otra ventana en
el vecino mundo rojo, retorciéndose por las llamas. Lo llamo y llamo y llamo,
pero no me contesta. Espero poder algún día llegar a él y me corresponda. Pues verán, soy alguien que
desaparecerá si no está conectada con alguien, por lo menos, de alguna manera. Aquí aun esperando en la esquina, la chica de
al lado.
Excelente narración. No recuerdo dónde quedó el mio.
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